Marianita Minda: maestra de vocación y líderereza por convicción*

Por: Edizon León Castro 

 foto: Edizon León 

Todos los afrodescendientes estamos atravesados por historias de la diáspora, y la vida y trayectoria de Marianita de Jesús Minda no es la excepción. Nacida en el centro de Ibarra a media cuadra de la esquina del coco y luego junto con su madre obligadas a migrar a Quito en búsqueda de mejores días. Estando en la capital su madre se empleó en el servicio doméstico en una familia quiteña “puertas adentro”. Luego la madre de Marianita fue a trabajar en la fábrica de telas “La Europea” lo que  les permitió arrendarse un pequeño departamento en el norte de la ciudad. El esfuerzo de su madre Ercilia se veía justificado, en tanto, su hija pudo graduarse en el Colegio Normal “Manuela Cañizares”, quedando así marcado su destino de maestra.  

Apenas graduada y siendo aún una joven por cumplir 18 años, por influencia de un conocido de su madre logró un puesto en la Escuela Alejandro Humbolt en el entonces cacerío de Guallupe. “Era una escuelita de paja arrendada, y su dueño se llamaba Javier Salas”, narra doña Marianita haciendo gala de su buena memoria que se refleja en el brillo de sus ojos. “Junto a la escuela había un espacio donde me pasé a vivir llevándome a mi abuelita a que viva conmigo”, cuenta con una expresión como su estuviese viviendo ese momento mismo, -esa es la magia de la memoria-, y doña Maranita maneja muy bien esa magia.

Una vez instalada cerca de la escuela con su abuela Nicolasa en el año de 1959, descubren que ella tenía familia ahí en Guallupe, porque su padre había sido uno de los primeros fundadores de ese pueblo, “Este pueblo se fundó luego que recibieron la carta de libertad…vinieron del gobierno de José María Urbina a dejarles en Cuajara…Ahí fue cuando don Camilo Arce, que es bisabuelo de mi marido, quien tomó el liderazgo y le habló diciéndoles que ya eran libres y que no tenían que quedarse a servir ni trabajar para nadie, tomémonos esas tierras (Guallupe) y trabajemos para nosotros. Así fue como se reunieron 17 familias que poblaron y construyeron este pueblo”, todo esto me contaba mi abuelita, lo dice con cierto orgullo de su pertenencia afrodescendiente.

Foto: Edizon León 

Por ese entonces, ella nunca se imaginó que en ese lugar encontraría a su compañero de vida don Jorge Mina y a partir de entonces no se mudaría a otro lugar, haciendo de Guallupe su hogar. Pues ahí sembró todas sus semillas, donde construyó una familia y forjó su caminar polìtico y la fortaleza para luchar por las reinvidicaciones sociales, polìticas, económicas de su comunidad y de las mujeres a nivel nacional.

Antiguamente en este pueblo no había agua potable y habia que ir a la quebrada a traer para los quehaceres de la casa, y esa fue su primera lucha en Guallupe por el agua potable junto con el que sería su marido don Jorguito que en ese entonces era líder de esa comunidad, luego vendría la construcción de la escuela, su lucha porque Lita y La Carolina hagan parte de la provincia de Imbabura. Esto le valió el reconocimiento de los pobladores de la comunidad y fue así como se fue formando como una líder de cepa.

Así para fines de los años 80s, empieza a organizar a las mujeres, “...pienso que es necesario que las mujeres estemos organizadas, por cuanto, había mucho machismo, los hombres maltrataban a las mujeres”, no fue facíl esta tarea, pues su lucha para que vivan mejor, generaba comentarios como, “lo que usted está haciendo es ayudando a que las mujeres se rebelen contra sus maridos”, pero esto no le mermó en lo más mínimo su convicción, “tocaba lidiar con los hombres, pero después se dieron cuenta y la cosa cambió”. Fue una de las pioneras en la creación de la Unión de Mujeres de la Cuenca del Río Mira en 1993, que sería la base para Coordinadora de Mujeres Negras del Ecuador (CONAMUNE).

La verdad es que hay tanto que conversar con esta mujer de una humildad única y al mismo tiempo de una claridad y tenacidad para la lucha, que no dan ganas de parar la conversa (entrevista), así que quedamos en continuar hablando…

 *Este artículo fue publicado en diario El Norte