Argentina Chiriboga: la escritora que nació en el río*

 por Edizon León Castro

Cuando pido a Argentina que me cuente sobre su infancia, lo primero que me relata es que ella nació en el río. Cuenta que en una noche de luna su madre estuvo en la finca de Esmeraldas cuando le llegó la labor de parto,  su padre la embarcó en una canoa enranchada (que tiene un toldo para proteger de la lluvia y el sol), pero no alcanzó a llegar a la ciudad, entonces dio a luz en medio del río, en la canoa. Así Argentina  empieza esta conversa, como buena escritora.

Su padre de corte  liberal puso a todos sus diez hijas e hijos en escuela pública de  la ciudad, lo que posibilitó que la vida escolar la compartan con compañeros  de la misma condición socio-económica.  La fuente de ingresos que su padre tenía para sostener a la familia era su finca que se llamaba Chinca. Esto hizo que su vida estuviera sembrada de recuerdos que le ligaba al campo, “vivíamos como pajaritos”, haciendo alusión a la libertad con que se vivía, bogando (remando), pasando la canoa de un lado a otro del río, nadando, trepando árboles.

Foto: Edizon León

Cuando sus recuerdos vuelan hacia la ciudad de Esmeraldas, enfatiza que en su época no había mucha diferencia entre el campo y la ciudad debido al abandono en que ésta se encontraba, en ese tiempo no teníamos luz, había un solo médico, no había agua, sus calles eran de tierra y con las lluvias se formaban pantanales. Pero la marimba siempre se escuchaba, recuerda que oía donde la señora Pastora que era madre del político Jaime Hurtado.

No le tiembla la voz que alberga su cuerpo delgado y algo frágil cuando dice que se autodefine como una mujer afroecuatoriana y, que como tal, sufrió discriminación, pero ahí es cuando le brotan las palabras de su padre cuando le decía: que si alguien les desprecia, debían seguir adelante, creía que el estudio les sacaría de esa situación de pobreza y marginalidad.

También recuerda que gracias a la vida en la finca junto al río, le permitió conocer el alma de la cultura afroecuatoriana, pues a la casa de su padre venían campesinos en sus canoas a intercambiar sus productos y ahí florecían las décimas, las coplas, el canto, la marimba, las peleas. Además, su cuarto que daba al río fue la ventada para adentrarse al mundo afrodescendiente.

Así fue asumiendo su compromiso con la cultura, recuerda muy bien cuando murió el gran decimero Remberto Escobar, Argentina estaba en Quito y se le presentó en un sueño, y al poco rato recibió la noticia que había fallecido, y que él le llamaba antes de cerrar sus ojos, asumiendo desde ese momento que debía escribir décimas.

Su vida junto al escritor Nelson Estupiñán Bass le sigue marcando, y se ha convertido en tu eterno acompañante. Recuerda que la primera vez que le leyó un poema tenían tanto miedo, pues le admiraba mucho como escritor, al finalizar la lectura, el comentario del escritor fue preguntar quién lo había escrito, sin imaginar que era un poema de su mujer… A partir de ahí, el siempre la motivó para que siguiera escribiendo, sin embargo, ella no quería ser la sombra de Estupiñán Bass.

Pese a que como escritora ha explorado varios géneros, como la poesía, el ensayo, el cuento, la décima, ella manifiesta sin dudar que prefiere la novela porque le permite desarrollar más sus personajes, y contar las historias sin apuros, y además, en ella se permite dar cabida a otros géneros. La poetisa y escritora define que cuando se escribe una novela se tiene el punto de partida y de llegada, pero que sin embargo no tiene prisa en llegar a ese final.

Argentina Chiriboga está llena de recuerdos y anécdotas que han compuesto toda su obra literaria. Lo que puedo percibir a simple vista es su sensibilidad, su sencillez, y sobre todo el compromiso con su pueblo. Será por eso que la mayoría de su extensa producción en el mundo de la diáspora está en el centro, y ella lo justifica diciendo que esto lo hace porque ella se pertenece a ese mundo, y eso hace que en su obra esté esa huella que es su impronta, como lo demuestra este pedazo de poesía:

Nada más una marimba,
un guasá, un bombo
y la astilla de un grito
para poner el cielo
al nivel de mis pies…

Ha escrito más de 10 novelas y la mayor parte de ellas están traducidas a otros idiomas: Tambores bajo mi piel, En la noche del viernes, Jonatás y Manuela; en poesía: La contraportada del deseo, Con su misma voz; en relato, Este mundo no es de la feas; en décimas, Palenque; en ensayo Escritores esmeraldeños: raíces, biografía, producción y crítica, entre otros.


 * Artículo publicado en Diario El Norte, julio/2017