Edizon León Castro
Don ezequiel en pleno proceso de construcción de la bomba
Recuerdo que había escuchado de un señor que construía bombas como
lo hacían los mayores de antes y mi curiosidad me llevó hasta donde don
Ezequiel Sevilla. Tenía un aspecto serio y una figura delgada algo encorvada,
con una sencillez y humildad propia de un hombre de campo. Me recibió en su
taller que está detrás de su casa en San Juan de Lachas en la vía San Lorenzo. Se
veían sobre el suelo de tierra algunas bombas construidas y otras esperando ser
terminadas.
Sacó un cigarrillo y antes de empezar la entrevista me pidió que
primero me presentará.
-
¿Y yo con quien es que voy
hablar?
Luego de presentarme la primera pregunta que le hago es ¿dónde
nació?
Yo había nacido cuando la
primera vez llegó el ferrocarril a la Estación Carchi, mi mamá había venido de
Ponce por la novedad de ver por primera vez el ferrocarril. Yo había bajado en
la barriga de mi mamá, y le había dicho que quería salir, y así fue como mi
mamá se había enfermado (dado a luz) con la comadrona de Santa Ana como era
antes.
Cuando contaba esto esbozó una sonrisa de picardía, tomó una
bocanada de su tabaco y así es como empezó la entrevista a tomar un tono más
coloquial.
-
Luego vine a San Juan de Lachas en el año 1960, cuando el río amarillo
taponó al río Mira.
En mis interiores pienso que bonita manera de contar su historia
personal que al mismo tiempo es la historia de la comunidad.
- Como llegamos de forasteros
mi papá y todos empezamos a trabajar allá arriba en la hacienda de Collazo. Sabíamos
irnos el lunes a la madrugada y volvíamos el sábado por la tarde, así era en
ese entonces.
Luego le pregunto, ¿cuál su mas antiguo recuerdo que tiene de la
bomba?
Cuando yo era pequeño me
recuerdo que mi difunto papá hacía bombas, pero no para comercializar, sino
para uso propio. Porque más antes solo era la bomba, la guitarra y el requinto.
Cuando aparecieron los discos móviles, equipos de sonido y la radio ahí se acabó
nuestra tradición. Porque más antes para un noviazgo, un bautizo sólo era bomba
y guitarra, así se festejaba.
Entonces ahí viéndole a
mi padre fue que aprendí, solo viendo…pero no era para comercio, o sea para
vender. Mi primera bomba debo haberla construido cuando tenía unos 15 años. La
hice con el árbol del balso (ceibo), porque en Ponce era la tierra de los
balsos. Eso sí cuando cortábamos el árbol siempre veíamos la luna, nunca lo
hacíamos en luna tierna, siempre en luna buena, porque se pudre, le entra
polilla, eso lo aprendimos de los mayores.
Don Ezequiel probando una de sus bombas
Tumbábamos con hacha
cuando había si no con machete todo era a brazo antes. Y como había bastantes chivos y borregos utilizamos el cuero del chivo para hacer la bomba. Luego
venía la templada y ahí si lista para tocar.
Luego cuando la vida se
puso jodida mi esposa me dijo, vea usted sabe hacer bombas haga y yo las vendo,
y así mismo fue. Yo empecé hacer las bombas como había aprendido de chiquito y
ella las vendía.
Es inevitable no imaginar y trasladarse aquellos tiempos mientras
escuchamos a don Ezequiel, porque no es sólo un constructor de bombas, sino que
representa una parte de la memoria colectiva. Y es por eso, dan ganas de
seguirle escuchando. Mientras cuenta no deja de trabajar y de absorber su
tabaco.
* Publicado en el diario El Norte de Ibarra. marzo 2017