Cuentos de la tradición afroecuatoriana del Chota
Los cuentos han hecho parte de la vida cotidiana del pueblo afroecuatoriano y se han caracterizado por ser vehículos de transmisión de enseñanzas, en los que han bebido muchas generaciones contribuyendo al fortalecimiento de la identidad y el sentido de pertenencia a la cultura Afroecuatoriana. En la memoria de hombres y mujeres perviven imágenes que dan cuenta de la validez de los cuentos, en los que los animales son los personajes principales
LAS
OREJAS DEL CONEJO
Entre todos los animales de la montaña,
hicieron una reunión y cuando estaban todos reunidos, hicieron una fiesta. Dios
estaba también ahí con ellos. Estaba dándose cuenta porque quería ver cual de
todos, era él que más astucia tenía.
La cosa que todos los
animales iban pasando delante de Dios y él los miraba a ver cuál era el más astuto, el más fuerte, el más rápido.
Bueno, ya pasaron todos
los más grandes y al último pasó el conejo, porque él era de los animales más
pequeños entre todos los que estaban en el mundo. Cuando ya pasaron todos, cada
cual se fue a su lugar donde vivía. Pero el conejo dice:
- Ahora que ya conozco
donde es que vive Dios, voy a pedirle que también me haga criar un poquito más,
porque yo quiero ser como los otros animales grandes y no tenerle miedo a
nadie.
Cosa que así mismo lo hizo
y un día regresó y buscando, buscando, llegó donde estaba la casa de taita
Dios.
Cuando llegó donde estaba
taita Dios le dijo:
- Verás Dios, quiero que
hagas el favor de darme un poco más de porte.
Así como a los otros animales, porque estoy muy chiquito.
Dios que ya le conocía
todas las astucias al conejo le dice que no le puede dar más porte porque él ya
tiene astucia, un poco demás.
Pero el conejo seguía
molestando, y seguía molestando hasta que Dios de tanto que el conejo le
molestaba, finalmente le dijo:
Bueno, conejo te doy más
porte, pero te voy a pedir que me cumplas algunos encargos.
Bueno, señor. Yo le hago
lo que usted me pida y le cumplo todo, pero me da más porte.
Verás conejo, te hago más
grande, pero me traes aquí, siete prendas de los animales más bravos y más feos
que hay en la montaña. Si me cumples eso te hago criar y te doy porte.
- Bueno
señor, yo le hago lo que usted me pida, pero eso sí me cumple.
Así quedaron y el conejo
se fue a su casa. Dios creía que como tenía que traer las cabezas de los
animales más grandes y más feos de la montaña, el conejo no iba a poder
cumplir.
Enseguida, el conejo se
fue a una tienda donde vendían de todo y se compró una navaja de barba y compró todo lo necesario para el oficio de barbero. Después se fue a otra tienda y se
compró un maletín y metió todas sus herramientas, y se fue por el
camino de la montaña.
Camina , camina y camina por la montaña. Más allá, en media montaña, se encontró con el tigre, que
estaba sentado y limpiándose las barbas.
- Bueno días tío tigre. ¿Cómo está usted tío?
- Buenos días sobrino
conejo. ¿Cómo así, usted está andando por la montaña?
El tigre cuando le vio al
conejo se alegró, porque tenía un poco de hambre y ya eran días que no comía. Cosa que se empezó a alistar para comerse al conejo.
Sabe tío tigre, yo he
aprendido un buen oficio, resulta que ahora soy un buen barbero, sé afeitar la
barba mejor que nadie en esta montaña.
- Cierto sobrino conejo,
lo que dice.
Sí, tío tigre y a
propósito. Que viejo y barbudo que ha estado usted tío tigre. Feo está así tío,
venga le afeito y después seguimos conversando.
- Bueno, sobrino conejo,
hace tiempos que no me afeito. Aféiteme y después seguimos conversando.
Cosa que el tigre se sentó
en un banquito que había por ahí y el conejo empezó a enjabonarle y siguió
enjabonándole y el tigre con el pescuezo alzado, contento que iba a quedar buen
mozo.
- Vera tío tigre que después de esta afeitada
que le haga, usted va a quedar buen mozo.
Y el conejo seguía
afeitando y estirándole las barbas y cuando llegó a la parte del pescuezo, le
estiro bien y cogió y raaasss, le corto uno de los bigotes. Cuando el
tigre pensó en agarrar al conejo, este ya estaba caminando por la montaña.
Metió el bigote en el
maletín y siguió caminando. Camina, camina, camina y camina y hasta que a una
distancia se encontró el tío Oso.
- Buenos días tío Oso.
¿Cómo está tío? ¡Caramba qué viejo y que barbudo que ha estado usted tío!
- Cierto sobrino.
¡Bastante tiempo que no me afeito sobrino conejo!
- Sabe tío, que yo he aprendido
el oficio de afeitar y allá me encontré con mi tío tigre y le afeité y quedó buen mozo y más joven.
- ¿Cierto es eso sobrino
conejo?
- ¡Sí tío Oso! Si usted
quiere, a usted también le dejo buen mozo tío.
- Bueno sobrino conejo, si
ya usted aprendido este oficio mejor es que me afeite.
El oso estaba muerto de
hambre, cosa que estaba pensando que cuando el conejo termine de afeitar, le
comía.
Enseguida el conejo le
hizo sentar, le puso el mantelito y empezó a enjabonarle y le siguió
afeitando y cuando llegó al pescuezo, trass le cortó toda la barba, le
metió en el maletín y cuando el oso quiso cogerlo ya estaba el conejo caminando por
la montaña.
Siguió caminando, camina,
camina y cuando más allá, se encontró con el gran tío león.
- Buenos días tío león,
como está tío. Que barbado que está usted tío.
- ¿ Cómo está sobrino
conejo? A los tiempos que nos vemos sobrino.
El león en seguida que le
vio al conejo, pensó en comerle cuando se le acercara tantito.
- Sabrá tío que ahora he
aprendido el oficio de afeitar y estoy recorriendo la montaña para afeitar a
todos mis tíos; allá afeité al tío tigre, al tío oso y quedaron contentos. Aquí
tengo las herramientas.
- Entonces aféiteme a mi
también sobrino conejo.
Enseguida le acomodó y le
siguió enjabonando y le siguió afeitando. Cuando ya llegó la parte del pescuezo, llegó y traaas, una parte de la melena del león y le metió en el maletín y
cuando el león se dio cuenta estaba el conejo caminando por la montaña.
Más allá se encontró con
el tío mono que estaba sentado en su casa.
- Buenos días tío mono
¿Cómo está tío? Tiempos que no le veía ¿Cómo ha pasado?
- Buenos días sobrino
conejo ¿Qué milagro que usted viene por aquí sobrino?
- Sabe tío que he
aprendido a afeitar y ando afeitando a todos mis tíos y dejándoles bien jóvenes
y buenos mozos. Verá
- ¿ Cierto es lo que dice
sobrino conejo?
- Cierto tío, ya le afeite
a mi tío tigre, a mi tío león, a mi tío oso y si quiere usted tan’ bájese para
afeitarle.
Enseguida el mono se bajó y le conejo le hizo sentar y comenzó enjabonándole y siguió afeitándole y cuando llegó al pescuezo, le templó bien y rassss, le corto un pedazo de
la oreja. Cogió esa oreja y le metió en el maletín y siguió su camino.
Camina, camina, camina y
más allá se encontró con el tío lobo que le espiaba para ver en qué momento le puedía comer al conejo.
- Buenos días
tío lobito ¿ Como esta tío que feo que está usted tío, con esas barbas. Venga
le afeito.
El lobo pensando en
comerle al conejo, se sentó y el conejo le empezó a enjabonarle y le siguió afeitando
y cuando llegó al pescuezo, raasss, le cortó un pedazo de la oreja y la
guardó en el maletín y siguió su camino.
Cuando el lobo
quiso ver, ya el conejo estaba en su camino, camina, camina, camina, más allá
se encontró con él tío perro, lo mismo le hizo, le cortó un pedazo de la cola,
cogió y le metió en el maletín y siguió su camino.
Camina, camina, camina,
más allá se encontró con la tía serpiente que tenía la boca bien abierta pa’
comé. El conejo cuando le ve así le pone un poco de la espuma de jabón de
la que tenía para afeitar y le va arrancando un colmillo, le echa en el
maletín.
Con eso ajusto las siete
prendas cosa que ahora si siguió el camino donde vivía Dios. Descansando,
descansando, descansando, llegó con todo lo que llevaba, llegó ‘onde
estaba taita Dios.
- Buenos días taita Dios.
Verá que ya estoy aquí con los encargos que me mandó a traer.
- A ver donde están las
siete prendas de los animales que te pedí conejo.
Metió la mano en el
maletín y le fue pasando uno por uno los encargos, Aquí tiene los bigotes del
tigre, la melena del león, la oreja del oso, el rabo del mono, la oreja del
lobo, la cola del perro y por último el colmillo de la culebra.
- Aquí está señor todo lo
que pidió. Ya cumplí ahora le toca a usted cumplir.
- Caramba, si en este
porte has fregado a tantos animales grandes y feos para que pides más porte
conejo. Si te doy mas porte quemas el mundo entero, pero como te prometí, ven
para darte más porte.
Cuando el conejo se acercó
tantito, le cogió de las orejas y le jaló, le jaló, le jaló, cosa que las
orejas se le estiraron pero no el cuerpo.
- Ya tienes más porte
conejo, ahora por las orejas te han de reconocer que eres conejo.
Juan García Salazar (bambero mayor).